La excursiones escolares más extrañas que han hecho los lectores de 'ElHuffPost'
Una central nuclear, una fábrica de cerveza y hasta un depósito de cadáveres. Todo lugares de ensueño para que los niños aprendan.
Ir de excursión en el colegio era mejor que la Navidad. No sólo era un día en el que no era necesario llevar libros y libretas, además salir de esas cuatro frías paredes era lo más parecido a ser mayor que un chaval de 9 años podía sentir.
Pero estos viajes no siempre eran a lugares maravillosos: fábricas de persianas, vertederos, centrales nucleares... Lugares que a simple vista no parecen apropiados para niños que lo único que quieren es salir y respirar aire fresco.
Inspirándonos en el libro de Paul Auster Creía que mi padre era Dios y con ayuda de los lectores de El HuffPost, hemos recopilado las excursiones más raras, extrañas e innecesarias que han vivido. Si tú también tienes una historia así aún estás a tiempo de mandarla a participa@huffingtonpost.es.
LA EXCURSIÓN SE QUEDÓ A MEDIAS
En mi colegio de Almagro (Ciudad Real) nos llevaron a la fábrica de pegamento Imedio (que, originalmente, era de una familia de Calzada de Calatrava y luego lo vendieron a un grupo holandés y dieron el pelotazo)- Allí pasábamos la mañana viendo cómo hacían el pegamento y, sobre todo, oliéndolo. Salimos de allí colocadísimos. —Carolina Abellán
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