DON JUAN CARLOS NO VOLVERÁ A LA ENCOMIENDA DE MUDELA

La Encomienda, el coto con fantasma al que no volverán Don Juan Carlos y su hija Elena
Para Don Juan Carlos, La Encomienda era el territorio donde cazaba y ejercía amigos. El lugar nunca gustó a la Reina sofía.



Durante años, la finca La Encomienda de Mudela, en los términos municipales de Viso del Marqués, Calzada de Calatrava y Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), fue el coto donde don Juan Carlos recibía a su grupo de amistades, ya fueran cazadores o no.
Este lugar funcionó hasta hace unos años, cuando don Juan Carlos prefería otros campos como los de los primos Cortina o el de Samuel Flores.
Había lista de espera para invitar al monarca. La caza ha sido una de sus grandes aficiones, al igual que para la infanta Elena y para el rey Felipe VI antes de casarse y quien, cuando ha vuelto a repetir, lo ha hecho en solitario.
Cuando la duquesa de Lugo se divorció, su padre, que a diferencia de la Reina sí apoyó su separación, le organizó un ojeo de perdiz para animarla. Aquel día de diciembre de 2009 estuvo acompañada por un grupo de amigos entre los que se encontraban varios Bulgaria y apellidos conocidos como March, Abelló, Gut, Botín y Navarro Zoppas, tal y como publicó en exclusiva El Confidencial.
A La Encomienda ya iba Alfonso XIII, tanto para cazar como para sus esparcimientos extramaritales.
Cuenta una de las leyendas que circulan sobre este sitio que Alfonso XIII dejó de ir porque en el palacio había un fantasma al que no le agradaba la presencia regia. La ironía del destino hizo que muchos años después fuera el lugar elegido por el Príncipe de Asturias y la periodista Letizia para guarecerse tras el anuncio de su compromiso. Aquí pasaron una semana hasta que volvieron a aparecer públicamente. Esos días, el fantasma republicano no quiso molestar a la pareja de enamorados.
El lugar cuenta con un palacio y un jardín colindante que ahora no se sabe por qué razón no es posible visitar, cuando ha sido siempre de carácter público. Son cinco hectáreas donde hay explotaciones agrarias, y sobre todo áreas naturales y salvajes para caza menor.
Según las revistas especializadas en este sector, es uno de los mejores cotos de ojeo de perdiz roja. Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover, los príncipes de Luxemburgo, aristócratas italianos centroeuropeos, príncipes saudíes y grandes empresarios nacionales eran personajes habituales que recibían la invitación regia.
El terreno, el palacio y el helipuerto son propiedad del Estado y estuvieron arrendados al Ministerio de Medio Ambiente, que a su vez lo puso a disposición de la Casa Real.


La última vez que hay constancia de la visita de don Juan Carlos fue en el 2013. En esa ocasión estuvo acompañado por la infanta Elena. Después de esta fecha no se le ha vuelto a ver, ni a él ni a ningún miembro de la familia Borbón.
Cuando acudía, se sabía de su llegada porque no era por tierra, sino por aire, en helicóptero. Muchos vecinos del Campo de Calatrava eran requeridos para atender al Rey y sus invitados tanto en la jornada de caza como después, en los almuerzos y cenas en el palacio. Los menús se preparaban en la cocina del palacio, donde también había una bodega bien surtida con los vinos preferidos del anfitrión.
Para don Juan Carlos, La Encomienda era también el territorio que le servía para corresponder a las invitaciones de otros dueños de cotos. Este agradecimiento no era necesario, pero al monarca le gustaba sentirse anfitrión. Una vez que finalizaba la cacería había tiempo para la diversión más lúdica con artistas flamencos, humoristas y cantantes del gusto del titular. La mejor solía ser la del último día si la expedición era de fin de semana.
A estas reuniones nunca acudió la reina Sofía. Este refugio de su marido no era de su agrado, ni por lo que sucedía en el campo con la caza de perdiz y menos aún por ser el palacio el lugar donde don Juan Carlos mantenía las pautas de esparcimiento de su abuelo Alfonso XIII.
Hay una anécdota que figura en el histórico afectivo del monarca que narra cómo en una ocasión apareció doña Sofía con sus hijos pequeños para dar una sorpresa a su marido. Entró en el palacio y salió descompuesta. Unos días después se fue a la India con el Príncipe y las Infantas buscando el consuelo de su madre, la reina Federica, que la mandó de vuelta a España. “Una reina nunca abandona su puesto”, dijo, tal y como figura en el libro de Pilar Eyre.
La Encomienda de Mudela ya no forma parte del circuito cinegético del Rey y de la infanta Elena. Los secretos de este lugar los guarda el fantasma que ya vive tranquilo sin visitas inesperadas.

Fuente: Vanitatis

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